DE TALENTOS DESPERDICIADOS
Nos cuenta Mateo
en el capítulo 25, 14-30 de su evangelio la conocida parábola de los talentos.
No es difícil extraer
la enseñanza de esta parábola. A todos se nos han dado determinados talentos
que debemos cultivar y trabajar. En ocasiones la pereza, el miedo, el
desconocimiento… nos impiden reconocer y desarrollar dichos talentos.
Cuántas
veces no hemos escuchado comentarios sobre la vida desperdiciada de algún
conocido, o la pena que produce que una persona con reconocidas habilidades
para cualquier actividad se haya quedado muy lejos de haberla desarrollado con
éxito.
Parece claro ¿verdad?
Sin embargo, a lo largo de mi experiencia como psicoterapeuta y coach me he
encontrado con numerosas personas dotadas sin duda con verdaderos talentos para
brillar en distintas disciplinas, pero también con experiencias duras y
traumáticas que les han llevado por otros derroteros vitales y en muchos casos
a tener que utilizar esos talentos para poder sobrevivir emocionalmente. Me
viene a la memoria Maslow y su pirámide de necesidades. No podemos alcanzar los
últimos peldaños de la pirámide (autorrealización, reconocimiento) si aún
tenemos pendientes la supervivencia y la seguridad.
Esto ocurre a nivel
individual, pero cuando hacemos una reflexión en la que entendemos a la persona
como miembro de un grupo, de una familia, de un género, de un país, de una
clase social… el tema de los talentos se complica. Estoy leyendo un interesante
libro de un autor americano, Bill Bryson, titulado “Una breve historia de casi
todo” en la que hace un recorrido por los grandes descubrimientos científicos
de la humanidad centrados fundamentalmente en los 3 ultimos
Descubrimientos en el campo de la física, la química, la geología, la
biología… y aunque la sospecha ya era evidente, he comprobado que casi todas
estas personas generadoras de muchos de los mayores avances científicos de la
humanidad eran o vivían en el mundo anglosajón y/o occidental.
Tuve curiosidad
entonces por conocer los ganadores por países de los premios Nobel, que puede
ser un criterio más o menos objetivo de valoración y reconocimiento del
talento. Desde 1901, año en el que se otorgaron los primeros Nobel, y hasta
2015 la palma se la lleva EEUU con 349 laureados, seguido por Gran Bretaña con
121, Alemania 105, Francia 61 y así hasta el puesto 23 en el que se encuentra
España con 7, 5 de literatura y 2 de medicina. Ramon y Cajal en 1906 y Severo
Ochoa en 1959 cuando llevaba ya varios años viviendo y trabajando en USA.
Por
supuesto detrás de España están todos los países que consideramos del tercer
mundo y delante todos los europeos más Japón, Australia, Canadá, China…
aquellos que parece han dado más valor a la educación, la investigación….
La
reflexión que me hacía después de observar esto estaba relacionada con la
posibilidad de que la naturaleza fuera injusta e hiciera una selección a la
hora de repartir talentos en base a la distribución geográfica, pero evidentemente
no parece muy sostenible esta hipótesis. No parece factible que en la mayor
parte de África donde habitan 800 millones de habitantes no hubiese caído
ningún talento, ni en la mayoría de Asia, ni en América latina, ni en casi
todos los países de oriente medio. Me parece mucho más aceptable como hipótesis
que los talentos puedan llegar a todos de manera razonablemente proporcionada, pero
si no existe la posibilidad de desarrollarlos esos talentos desaparecen o bien
se utilizan para poder sobrevivir en mundos terriblemente hostiles y crueles.
Es posible que haya niños somalíes o sudaneses con talentos para trabajar sobre
la teoría de cuerdas, pero su reto está en llegar vivos al día siguiente, ahí
emplean sus talentos.
Me niego a creer que esa sea la proporción
de talento por género que se encuentra en la humanidad. Parece mas bien, de
nuevo, que la desigualdad, los prejuicios, un machismo rancio y casposo
instalado desde antiguo impiden que la mujer pueda desarrollar sus talentos al
mismo nivel que los hombres. Me resultó curiosa la anécdota que Bryson cuenta
en el libro mencionado sobre Mme. Curie, única mujer ganadora de dos premios
nobel: De física en 1903 compartido con su marido y de química en 1911, este último
cuando ya su marido había fallecido. Pues bien, Mme Curie nunca fue aceptada
como miembro en la Academia francesa de las ciencias, en la que, evidentemente,
todos sus miembros eran hombres y además algo prejuiciosos e intolerantes. Y eso
ocurre en la Francia de la “Liberté, egalité, fraternité”.
Aunque todo esto no
me consuela, me ayuda a entender algunas cosas sobre cómo nos permitimos
desperdiciar el talento para seguir instalados en un mundo regido por intereses
más cercanos a lo primitivo y al miedo. “Muera la inteligencia, Viva la muerte”
le decía Millan Astray a Unamuno.