domingo, 11 de abril de 2021

viernes, 9 de marzo de 2018

Encontrarse en el silencio










ENCONTRARSE EN EL SILENCIO

Vivimos inmersos en el ruido. Rodeados de tanto estimulo que la dificultad comienza ya en saber quién percibe todos esos estímulos, en identificar quienes somos. Necesitamos las referencias ruidosas para no sentirnos perdidos. De ahí, que cuando nos encontramos solos, sin los ruidos que nos contienen, recurrimos a los pensamientos conocidos, a las preocupaciones cotidianas y los recuerdos cercanos para no desconectar del campo estimular que ya nos conforma y configura.
Es costoso desprendernos de las sucesivas capas  con las que nos hemos ido protegiendo a lo largo del tiempo y que ya forman parte de nuestra piel, confundiéndose incluso con nuestra esencia. Desvestirnos para acercarnos mas ligeros al encuentro de esa esencia es por tanto un ejercicio peligroso que no todos están dispuestos a realizar. El peregrinaje hacia el centro conlleva enfrentarse a barreras antiguas y ya muy conocidas que identificamos como protectoras y que pocas veces estamos dispuestos a franquear porque tampoco tenemos garantías de que lo que nos vamos a encontrar sea gratificante. Asumir ese riesgo requiere coraje y afrontar los miedos bloqueantes que nos permitirá desprendernos de las capas y corazas que hemos ido construyendo.
Ya suele ser difícil cuando decidimos afrontar esos miedos en compañía, a través de procesos terapéuticos de búsqueda e inmersión en los que la aceptación y la empatía suelen estar presentes facilitándonos ese camino. Qué decir cuando elegimos hacer el camino solos y en silencio sin mas compañía que nuestra propia presencia. Al comienzo de esta experiencia, ese silencio está repleto de ecos que nos avisan de los peligros de adentrarse hacia el interior y nos inundan con cantos de sirenas sugiriéndonos abandonar el camino del silencio y regresar a lugares y tiempos conocidos habitados por preocupaciones y rutinas que, aunque no sean gratas, son necesariamente conocidas y eso parece bastar.





De ahí la importancia de practicar el abandono y la indulgencia. Abandono para soltar apegos y adentrarse poco a poco en nuestro laberintico espacio interior e indulgencia para no juzgarnos con severidad en caso de no conseguir caminar al ritmo que habíamos considerado adecuado y oportuno.
Reconocer la esencia suele estar relacionado con la respuesta a la pregunta “¿Quién soy?” y “¿Para qué estoy?”, “¿Qué es lo que da sentido a mi vida?” Sin duda, como seres humanos, somos únicos, irrepetibles y distintos, pero también miembros y parte de un todo mas completo y armónico que tiene que ver con la especie, con la tierra y con los seres que la habitan, con el universo y la energía que transforma y permanece. Cuando solo somos capaces de identificarnos con esa primera parte de seres únicos e irrepetibles y no nos reconocemos formando parte de un todo mas amplio y luminoso, empezamos a desconectarnos de nuestra esencia, a alimentar los apegos y la ignorancia y a percibir a los otros como competidores y amenazas porque atentan contra nuestro deseo de éxito y reconocimiento y nos mostramos vanidosos y afectados por el miedo, la angustia y el odio. Cuando nos permitimos que aflore el sentimiento de ser parte del Uno es como si nos uniéramos a la corriente del rio que fluye y nos dejáramos mecer por la brisa suave que toca y despierta nuestra esencia compartida en donde suelen anidar la generosidad, la bondad y el amor; los tres elementos que unen y nos unen toda vez que miembros genuinos y diferenciados del universo común.

Alcanzar ese estado de sabiduría serena es arduo. Requiere esfuerzo, renuncias, coraje… y para colmo el resultado no es inmediato, no se muestra de forma explicita y tangible como una tormenta, sino que va calando lentamente, poco a poco, como el “orbayu” que empapa sin apenas darnos cuenta, y esa falta de “premio” no es fácilmente aceptable, cada vez nos cuesta mas postergar el refuerzo, nos ocurre como a los niños que necesitamos el premio de forma inmediata a la conducta premiable. Todo tiene que ser Ya, Ahora, necesitamos que los resultados se muestren con urgencia, no tenemos tiempo para la maduración natural del fruto y buscamos fórmulas mágicas que nos den las cerezas o los melocotones en enero. Por eso la tarea es ardua y los métodos lentos, algunos incluso desesperantes, como El silencio que nos ayuda a sumergirnos en nuestro propio rio, apartados del ruido y en contacto con nuestro sentir pero que implica exponernos a nuestra voz interior, a nuestra confusión, a nuestros miedos, a nuestra incertidumbre, a eso que nos angustia y estremece, por eso lo evitamos, preferimos el ruido superficial, las luces artificiales, las prisas sin sentido y continuar corriendo detrás del éxito vacuo, del bienestar edulcorado, como pollos sin cabeza que seguimos la estela de otros pollos sin cabeza confiados en encontrarnos de repente con la felicidad que nos han vendido. Pararnos en el silencio cuesta. Y me refiero al silencio creativo y creador que nada tiene que ver con el aletargamiento, la modorra, sino al silencio consciente, el que nos acerca de manera lenta y tranquila al encuentro con nuestro ser mas profundo, el que nos permite reconocer sin adormideras nuestro mundo interior poblado de luces y sombras, el que facilita la parada en nuestro transcurrir por la prisa y la carencia de tiempo, el que ayuda a conectar de forma directa con nuestras emociones y hacernos conscientes de nuestros pensamientos y la manera de elaborarlos. Ese silencio considerado ya como articulo de lujo ayuda a aliviar la tensión reduciendo los niveles de cortisol, estimula la regeneración neuronal, incrementa la creatividad, reduce la presión sanguínea, aumenta la capacidad de atención y concentración, mejora las capacidades cognitivas…. Y sin duda la ciencia nos permitirá seguir descubriendo y valorando otros beneficios derivados de la práctica del silencio.
Siempre me pareció especialmente acertado ese proverbio oriental que dice: “Si lo que tienes que decir no mejora tu silencio, entonces cállate”

viernes, 29 de diciembre de 2017



¿CUÁLES SON TUS MIEDOS?

Decía M. Benedetti refiriéndose al miedo que “no es que seamos cobardes, sino que aún no hemos encontrado el motivo para mostrar nuestro coraje” y quizás tuviera razón.

El miedo es una emoción básica descrita por L. Greenberg., A. Damasio, P. Ekman y otros expertos en el mundo emocional, como una perturbación angustiosa del ánimo ante un peligro real o imaginario, presente o futuro, que se apodera de nosotros haciéndonos temer que suceda algo peligroso o amenazante.

Desde un punto de vista meramente biológico podemos definir el miedo como un mecanismo de supervivencia y de defensa, que permite al individuo responder ante situaciones adversas con rapidez y eficacia. Es decir, la emoción que nos ha permitido sobrevivir como individuos y como especie en un entorno que mostraba peligros y amenazas.

Podemos también abordarlo desde la neurología y lo describiríamos como la reacción desencadenada por la activación de la amígdala, una estructura situada en el lóbulo temporal encargada de controlar las emociones básicas que se activa cuando detecta la fuente de peligro favoreciendo la respuesta del organismo ante ese peligro que puede ser la huida, el enfrentamiento o la paralización.
                                          

Existen por tanto miedos útiles y necesarios que cumplen funciones primarias relacionadas con la supervivencia. Pero no quiero referirme aquí a este tipo de miedos si no aquellos otros que han sido adquiridos a través del aprendizaje y que aunque en el momento de su aparición pudiesen estar asociados a la supervivencia, cuando ya ha cesado el peligro continúan instalados en nuestra mente, casi siempre de forma inconsciente, bloqueándonos e impidiéndonos afrontar nuestra vida de una manera mas saludable y plena. Son esos miedos fraguados en la relación con nuestras personas referenciales (padres, hermanos, abuelos, amigos, profesores...) y que aunque no de manera explícita, se nos han transmitido con cierta frecuencia. Entre otros el miedo a no ser queridos, a ser rechazados, a no ser suficientemente buenos (padres, madres, hijos, estudiantes, deportistas, profesionales...), a no cumplir con las expectativas que se han creado sobre nosotros, a la soledad, al desamor, a no ser valioso, a no triunfar, a carecer de identidad, a ser dañados, a la enfermedad, a la muerte……. Estos y otros muchos pueden permanecer anclados ofreciéndonos un espacio vital en el que la angustia, la ansiedad, el estrés, la neurosis acampan con extraordinaria facilidad convirtiendo nuestra vida en algo ingrato y doloroso.



Sabemos que estos miedos tienen un origen que muy probablemente tiene que ver con lo comentado anteriormente y que conviene identificar y abordar, pero sobre todo sabemos que se mantienen y alimentan debido a los pensamientos, la mayoría de ellos inconscientes, que hemos ido desarrollando sobre todas y cada una de las situaciones que nos producen miedo, imaginándolas como reales y otorgándolas un valor de certeza que nos infunde el mismo miedo que si fueran reales pero sin serlo. Todos reaccionaríamos de manera similar ante un tigre que viene corriendo hacia nosotros; o huiríamos si confiamos en nuestra velocidad, o nos enfrentaríamos si nos sabemos fuertes y no hay otra opción o nos quedaríamos bloqueados pretendiendo pasar desapercibidos.


 













Esas formas de afrontar el miedo responden a una estrategia innata de supervivencia, y podemos decir de ella que es adaptativa pues responde al aquí y al ahora. Pero cuando experimentamos miedo ante la reacción de nuestros padres por una mala nota, o no nos defendemos cuando nos humillan o faltan al respeto por miedo a generar conflicto, o nos bloquean las opiniones que otras personas incluso ajenas a nuestro círculo cercano pueden tener sobre nosotros, o nos venos obligados a cumplir con los requisitos de comportamiento social que marca nuestro grupo de amigos no vaya a ser que nos excluyan del mismo, o cuando tememos defraudar a nuestros mayores por no haber  “triunfado”, o cuando el umbral de nuestra capacidad de renuncia a atender nuestras necesidades es extremadamente bajo por el temor a ser rechazados o tildados de egoístas, o cuando proyectamos sobre nuestros hijos nuestros propios miedos  favoreciendo personalidades dependientes y con poca autonomía, estamos experimentando miedos desadaptativos que casi nunca responden a amenazas o peligros reales sino a construcciones de nuestra mente ancladas en experiencias previas ante las que no hemos podido desarrollar adecuadamente nuestros modos de afrontamiento.
   
                                                                                            









Esos son los miedos que ayudan a construir nuestras neurosis, nuestras fobias, nuestras relaciones de dependencia, nuestra dificultad para expresarnos de forma asertiva, nuestra baja autoestima, nuestras angustias y no lograremos sentirnos bien con nosotros mismos, con los demás y con nuestro entorno sino somos capaces de reconocer cuáles son nuestros miedos, cómo actúan y de qué forma puedo ir desmontándolos. El miedo es de las pocas emociones que no tienen atajos para superarlas, es necesario afrontarlos y enfrentarlos, cada uno con los recursos y medios de los que disponga, pero mirándolo de frente y asumiendo las consecuencias que conlleva dicho afrontamiento. La recompensa puede ser una vida más libre, más plena, más gozosa.

jueves, 5 de octubre de 2017

Reflexiones al hilo del conflicto catalan

REFLEXIONES AL HILO DEL CONFLICTO CATALÁN

Durante algún tiempo he querido y podido mantenerme suficientemente al margen de este conflicto pues no revestía demasiado interés para mí y estaba convencido (en parte aún lo sigo estando) de que es una preocupación creada y diseñada por los que manejan los hilos del poder para embarcarnos en confrontaciones sin sentido pero con gran carga emocional. 
Evidentemente lo han conseguido y aquí me veo tratando de expresar mis sensaciones y reflexiones al respecto. Debo decir antes de explayarme que soy alguien que carece del más mínimo sentimiento patriota; no me emocionan los himnos, ni las banderas, ni mucho menos los desfiles o paradas militares o cualquier otra acción encaminada a ensalzar los símbolos y valores patrios. Entiendo que esta declaración generará ya sentimientos de repulsa sobre todo en aquellos que sí se sienten patriotas. ¡Qué se le va hacer! Supongo que al igual que la fe y otros sentimientos afines, el sentimiento patriota se tiene o no se tiene y por mucho esfuerzo que uno haga o por más que otros pretendan convencerte de lo importante de tenerlo, no va a aparecer como por encanto. Esto no me lleva en absoluto a descalificar a los que lo tienen, confío en que ellos tampoco lo hagan con los que no lo tenemos. En mis años adolescentes cuando estudiaba bachillerato tuve un profesor de religión, un cura sabio y bondadoso, que nos decía: “La fe es un don que dios da, pero no todo el mundo es depositario de ese don”. Parece ser que en el reparto del don de patriotismo a mí no me tocó.
Por el contrario, sí soy capaz de identificarme con lo provinciano, incluso más con lo local, con lo aldeano. Decía Rilke que la patria del hombre es su infancia y muy posiblemente esa experiencia infantil en la que uno va descubriendo los afectos, la amistad, los valores, algunas creencias, también los temores y la frustración… todo ello aderezado con olores, formas, colores, voces y sonidos de un determinado paisaje y paisanaje configuran un elemental sentimiento de pertenencia que en mi caso permanece a lo largo del tiempo. Yo nací y crecí en un pequeño pueblo del occidente asturiano, allí están mis raíces, de allí me siento, ese es mi lugar, al que vuelvo con la frecuencia posible para encontrar siempre esa indescriptible sensación de plenitud y paz. Pero esto no me impide ser consciente de la casualidad del encuentro entre esa tierra y yo. Y de que, de no ser por esa casualidad, que agradezco y valoro, podría haber nacido y crecido en cualquier otro lugar del mundo en el que puestos a escoger y visto lo visto, no me hubiera importado nada que hubiera sido en algún pequeño pueblo de las Landas francesas o en alguna ciudad manejable de Nueva Zelanda o Canadá, lugares todos ellos que parecen priorizar mejor a sus ciudadanos.
Así pues, no debe resultar extraño entender que mis preferencias se inclinen más hacia las personas, seres tangibles y concretos a los que puedo comprender y sentirme comprendido, que hacia las patrias o naciones, construcciones artificiales, cambiantes a lo largo de la historia y estructuradas en su mayoría usando la violencia (guerras, conquistas…) para responder a los intereses de los poderosos, a su codicia, a su soberbia y a su odio. El Doctor Samuel Johnson, eminente ensayista, literato y filósofo ingles de finales del XVIII decía que el patriotismo es el último refugio de los canallas, imagino que la percepción de la realidad de su época le llevó a tan curiosa conclusión. A mí me resulta más acertado considerar el patriotismo como uno de los refugios de los gregarios. De aquellos que sintiéndose cómodos en el modo de hacer, “pensar” y sentir del grupo al que pertenecen no desarrollan ningún espíritu crítico, construido desde la reflexión y la duda y basado en la formación y el conocimiento. Y no lo hacen porque no lo necesitan, ya hay otros que lo hacen por ellos, solo tienen que seguir las pautas y normas que les dictan. Es más fácil convencer a una colectividad que a un individuo. La colectividad es gregaria por definición, el individuo puede tener la osadía de pensar y dudar y eso siempre es peligroso para el poder, pero requiere un esfuerzo. Resulta más cómodo seguir las consignas de quienes detentan el poder y lanzan las soflamas que, a través de las tripas, enardecen los sentimientos de otros iguales a mí con los que comparto símbolos y creencias. En esto patria y religión tienen bastantes puntos en común.
Decía Baroja que “El carlismo -sinónimo de atavismo e ignorancia para D. Pio- se combate leyendo y el nacionalismo viajando”. Estoy bastante de acuerdo. Por eso, cuando desde visiones nacionalistas se pretenden construir nuevas patrias me produce bastante tristeza, en realidad a mí me gustaría suprimir las que hay y buscar fórmulas de convivencia y asociación más cercanas a las personas donde se pudiera decidir sobre los aspectos que atañen a su vida sin esperar al paripé democrático del voto cada 4 años. Me temo que esto no lo voy a ver.
Aun así, puedo entender ese sentimiento nacionalista construido por un lado desde la creencia que la nueva patria va a satisfacer mucho mejor los anhelos que se tienen y que ahora son ninguneados y cercenados, pero también construido desde la percepción de sentirse diferente y la necesidad de ser reconocido como tal. Ese sentimiento conlleva casi siempre la exclusión. Sentirse diferente siempre es respecto a otro y si nos empeñamos en buscar las diferencias en lugar de las semejanzas las vamos a encontrar, solo es cuestión de insistir. Soy de los que creen que es más complicado acercarse al otro consciente de nuestras diferencias, pero con el ánimo de buscar nuestras semejanzas y construir desde ahí, que percibir las diferencias como amenazas y por tanto buscar la protección o el ataque. Los políticos son especialistas en transmitir estos miedos, les genera mucho rédito electoral.
Dicho esto, me parece una aberración y un sinsentido lo que está ocurriendo en Cataluña. Observo por un lado la actitud del gobierno central del Sr. Rajoy que desde hace ya años entendió que demonizar Cataluña y a los catalanes le iba a resultar muy rentable en términos de votos pescados en los caladeros de la España más visceral y carpetovetónica. Su veto al Estatut aprobado en referéndum por los catalanes y refrendado por las Cortes Españolas utilizando al TC poblado de jueces amigos para echarlo abajo muestra bastante bien el perfil y la catadura moral de este personaje y su nulo nivel de responsabilidad como dirigente político. Presidente sin escrúpulos del partido más corrupto de la reciente historia de Europa que en cualquier otro país con una mayor cultura democrática ya hubiera tenido que dimitir por ética y por vergüenza, valores de los que parece carecer. De otro lado los partidos independentistas que apelando también a las vísceras y menospreciando a una parte importante de la sociedad catalana a la que suelen ningunear e insultar por pensar diferente, se erigen en propulsores de un referéndum sesgado, poco objetivo y de escasa neutralidad con el fin de obtener la ansiada independencia generadora del maná más dulce aunque no sean capaces de explicar cómo va a llegar ese maná y quiénes lo van a repartir.
Cuando leo en las redes sociales las opiniones/consignas de los defensores de uno y otro lado en las que el insulto y la mas soez chabacanería suele ser el modo habitual de comunicarse siento una profunda vergüenza y la convicción de que esto tiene mal arreglo. El odio, emoción también dulce, está tan presente que seguramente costará años volver a restañar las heridas provocadas por él. Entre insulto y ladrido se pueden extraer algunas gotas de argumentario. Por un lado y como si de un mantra se tratara la alusión por parte de los “españolistas” a la ilegalidad del referéndum pues no lo contempla la constitución española y por tanto no es posible su realización sin antes ser aprobado por las cortes española que debería hacer una reforma de la constitución. Hasta ahí lo que dice la ley. Mi reflexión al respecto me lleva a pensar que según esta hipótesis probablemente la esclavitud aun estaría vigente, no habría sufragio universal, las mujeres seguirían sin poder votar, los niños trabajarían 10 horas diarias, la semana laboral de 40 horas seguiría siendo una utopía, La india seguiría formando parte del imperio británico y Mandela, hoy icono del buen liderazgo, posiblemente hubiera muerto en la prisión de Rode Island acusado de terrorista…… Ninguno de estos logros y otros cientos los estaríamos disfrutando ahora si las personas que lucharon para conseguirlos hubieran esperado a que los que habían confeccionado y redactado las normas  que permitían mantener todas aquellas situaciones, decidieran por inspiración divina o iluminación consciente  cambiarlas para dar alegre acogida a  dichas peticiones. Supongo que no se lo cree nadie. La constitución española va a cumplir 40 años, se redactó en un momento determinado de nuestra historia y trató de recoger y atender en sus artículos la situación de aquel momento. Pero los años han pasado y quiero creer que las circunstancias también y no ha habido el necesario “ejercicio” de adaptación a  nuevos tiempos y a nuevas situaciones, es la constitución europea que menos modificaciones ha tenido en estos 40 años,  concretamente dos : una en 1992 para adaptarse al tratado de Mastricht, exigida por la UE y aprobada por todos los grupos parlamentarios y otra en 2011 según las malas lenguas impuesta por la Sra. Merkel para modificar el artículo 135 y establecer “el equilibrio presupuestario” pues peligraba  el pago de la deuda a los bancos alemanes y franceses acreedores principales de nuestra deuda. Esa fue aprobada prácticamente sin debate parlamentario con los votos del PP, UPN y del PSOE salvo 3 diputados de este grupo que se salieron supongo que para evitar la vergüenza subsiguiente. El resto de grupos votó en contra. Parece ser por tanto que la constitución es modificable, solo falta voluntad política para hacerlo. Cuando una norma por sagrada que sea no recoge las inquietudes y necesidades de los ciudadanos, que van cambiando con el paso del tiempo, y se convierte en un corsé estrecho e incómodo parece que lo lógico es adaptar la norma a los cambios y no que los ciudadanos desistan de querer lo que quieren. Esto último se puede intentar por muchos medios, incluida la fuerza, pero va a volver a surgir y muy posiblemente con muchos más adeptos que antes. Y entiendo que ahí debe aparecer el arte de la política que no es otro que el dialogo, la negociación, la búsqueda de acuerdos…. pero parece que los elementos de este arte brillan por su ausencia en nuestra clase política donde la soberbia, la mentira, y la manipulación han tomado asiento desde hace bastantes años.
Los independistas suelen argumentar el sagrado derecho a decidir y efectivamente puede ser un derecho sagrado. Lo suscribo. Pero cuando para poder ejercitar ese derecho, desde el gobierno y las instituciones catalanas supuestamente garantes de la defensa de ése y demás derechos de TODA la ciudadanía catalana, se saltan a la torera las propias normas establecidas por ellos mismos y ningunean a la mitad de la sociedad catalana para atender exclusivamente sus propios intereses algo no va bien. Cuando se impide un debate parlamentario para debatir algo tan importante como la posible llamada a las urnas en las que se quiere que se decida el futuro de Cataluña, desde luego no parece lo más democrático. Cuando desde determinados grupos independentistas se insulta, se amenaza y se pretende humillar a otras personas por el mero hecho de expresar opiniones contrarias al pensamiento único como ha sido el caso de personajes públicos del mundo de la cultura como Serrat, Juan Marse, Isabel Coixet o Eduardo Mendoza, esto me genera un reconocible temor pues parece que la intolerancia no distingue colores ni ideologias y me retrotrae a otros tiempos no tan lejanos en los que en este país corrías serios riesgos por  expresar pensamientos diferentes a los que marcaba el régimen.


Estoy convencido de que existe una enorme dificultad en variar el rumbo que han adquirido los acontecimientos, que nos hemos metido en un tobogán alimentado por el odio y los miedos y que se necesitará coraje y decisión para buscar otras soluciones que no sean las acostumbradas, y que los que nos han llevado a esta situación por su incapacidad para el dialogo y la negociación deberían dejar paso a otros con mayores capacidades para hacerlo y sin el lastre de los intereses tan obvios que les mueven.
En el ejercicio de mi profesión me encuentro con alguna frecuencia con parejas que acuden a mi consulta a intentar resolver una situación que está dañando seriamente su convivencia. No siempre acuden los dos con el mismo objetivo, en ocasiones uno lo que pretende es que les ayude a separarse de forma civilizada y el otro que les ayude a reencontrarse. Es importante que ambos conozcan sus intenciones, aunque pueda ser doloroso, y a partir de ahí ayudarles a reconocer lo que les encuentra y separa, a conectar con sus sentimientos y emociones y si después de todo el proceso deciden darse otra oportunidad para seguir el camino juntos estupendo y sino es así y deciden, aunque solo sea uno el que lo desea, que no pueden seguir juntos, pues tendrán que aceptarlo y asumir las consecuencias. Desde luego a mí no se me ocurre decirles que dado que en su momento se habían comprometido a estar juntos para toda la vida según lo firmaron ante la Sta. Madre iglesia o cualquier otro testigo cualificado pues tienen que aguantarse.  No parece de recibo ¿verdad? También es cierto que cuando acuden son conscientes que existe un problema y que ellos solos no están en condiciones de afrontarlo y que casi nunca la responsabilidad de lo que ocurre la tiene en exclusiva uno de los dos sino que suele ser compartida. Evidentemente este ejemplo de la dificultad de convivencia en pareja no explica todo lo que está ocurriendo en el conflicto catalán, pero hay alguna similitud que al menos a mí me ayuda a entenderlo mejor. Si la clase política de este país no entiende que existe un problema y que es un problema grave y que los modos de afrontar ( o no afrontar) el problema no solo no lo han resuelto sino que lo están agravando, algo habrá que cambiar porque si no será imposible que podamos llegar a buen puerto.

“No podemos esperar que ocurran cambios si hacemos siempre lo mismo”. A. Einstein

lunes, 15 de mayo de 2017






DE TALENTOS DESPERDICIADOS



Nos cuenta Mateo en el capítulo 25, 14-30 de su evangelio la conocida parábola  de los talentos.
Viene a decir, resumiendo, que un señor que va a emprender un largo viaje confía a tres de sus siervos unas monedas para que las guarden y hagan producir. A uno le da cinco monedas, a otro dos y a un tercero una, Cuando regresa después del tiempo y pide cuentas a sus siervos sobre el uso de las monedas, el que había recibido cinco le devuelve cinco más, el que tenía dos le devuelve otras dos y el que había recibido una sólo le devuelve esa moneda pues temeroso de poder perderla la esconde y no hace nada con ella. El Señor se enfada con él por haber desaprovechado la oportunidad brindada.

No es difícil extraer la enseñanza de esta parábola. A todos se nos han dado determinados talentos que debemos cultivar y trabajar. En ocasiones la pereza, el miedo, el desconocimiento… nos impiden reconocer y desarrollar dichos talentos. 

Cuántas veces no hemos escuchado comentarios sobre la vida desperdiciada de algún conocido, o la pena que produce que una persona con reconocidas habilidades para cualquier actividad se haya quedado muy lejos de haberla desarrollado con éxito.

Parece claro ¿verdad? Sin embargo, a lo largo de mi experiencia como psicoterapeuta y coach me he encontrado con numerosas personas dotadas sin duda con verdaderos talentos para brillar en distintas disciplinas, pero también con experiencias duras y traumáticas que les han llevado por otros derroteros vitales y en muchos casos a tener que utilizar esos talentos para poder sobrevivir emocionalmente. Me viene a la memoria Maslow y su pirámide de necesidades. No podemos alcanzar los últimos peldaños de la pirámide (autorrealización, reconocimiento) si aún tenemos pendientes la supervivencia y la seguridad.

Esto ocurre a nivel individual, pero cuando hacemos una reflexión en la que entendemos a la persona como miembro de un grupo, de una familia, de un género, de un país, de una clase social… el tema de los talentos se complica. Estoy leyendo un interesante libro de un autor americano, Bill Bryson, titulado “Una breve historia de casi todo” en la que hace un recorrido por los grandes descubrimientos científicos de la humanidad centrados fundamentalmente en los 3 ultimos
 siglos. 

Descubrimientos en el campo de la física, la química, la geología, la biología… y aunque la sospecha ya era evidente, he comprobado que casi todas estas personas generadoras de muchos de los mayores avances científicos de la humanidad eran o vivían en el mundo anglosajón y/o occidental.
 Tuve curiosidad entonces por conocer los ganadores por países de los premios Nobel, que puede ser un criterio más o menos objetivo de valoración y reconocimiento del talento. Desde 1901, año en el que se otorgaron los primeros Nobel, y hasta 2015 la palma se la lleva EEUU con 349 laureados, seguido por Gran Bretaña con 121, Alemania 105, Francia 61 y así hasta el puesto 23 en el que se encuentra España con 7, 5 de literatura y 2 de medicina. Ramon y Cajal en 1906 y Severo Ochoa en 1959 cuando llevaba ya varios años viviendo y trabajando en USA. 

Por supuesto detrás de España están todos los países que consideramos del tercer mundo y delante todos los europeos más Japón, Australia, Canadá, China… aquellos que parece han dado más valor a la educación, la investigación…. 

La reflexión que me hacía después de observar esto estaba relacionada con la posibilidad de que la naturaleza fuera injusta e hiciera una selección a la hora de repartir talentos en base a la distribución geográfica, pero evidentemente no parece muy sostenible esta hipótesis. No parece factible que en la mayor parte de África donde habitan 800 millones de habitantes no hubiese caído ningún talento, ni en la mayoría de Asia, ni en América latina, ni en casi todos los países de oriente medio. Me parece mucho más aceptable como hipótesis que los talentos puedan llegar a todos de manera razonablemente proporcionada, pero si no existe la posibilidad de desarrollarlos esos talentos desaparecen o bien se utilizan para poder sobrevivir en mundos terriblemente hostiles y crueles. 
Es posible que haya niños somalíes o sudaneses con talentos para trabajar sobre la teoría de cuerdas, pero su reto está en llegar vivos al día siguiente, ahí emplean sus talentos.




 La injusticia, la desigualdad, la miseria…. generadas por la codicia y la carencia más elemental de escrúpulos y sensibilidad de los que deciden los destinos de este mundo nos han impedido, además de otras muchas cosas, disfrutar de ese inmenso torrente de talento que seguramente haría que la vida en este planeta fuera mucho más grata y feliz para todos.

Otro dato también curioso es el número de mujeres que han obtenido el Nobel. 47, de los que 16 fueron Nobel de La Paz, cuyos criterios de elección pretenden premiar la actividad en pro de una convivencia mas justa y solidaria. El número de hombres premiados fueron 817. Es decir, las mujeres laureadas no llegan al 6% del de hombres y, lógicamente, todas occidentales, anglo-sajonas.

Me niego a creer que esa sea la proporción de talento por género que se encuentra en la humanidad. Parece mas bien, de nuevo, que la desigualdad, los prejuicios, un machismo rancio y casposo instalado desde antiguo impiden que la mujer pueda desarrollar sus talentos al mismo nivel que los hombres. Me resultó curiosa la anécdota que Bryson cuenta en el libro mencionado sobre Mme. Curie, única mujer ganadora de dos premios nobel: De física en 1903 compartido con su marido y de química en 1911, este último cuando ya su marido había fallecido. Pues bien, Mme Curie nunca fue aceptada como miembro en la Academia francesa de las ciencias, en la que, evidentemente, todos sus miembros eran hombres y además algo prejuiciosos e intolerantes. Y eso ocurre en la Francia de la “Liberté, egalité, fraternité”.   
         


Aunque todo esto no me consuela, me ayuda a entender algunas cosas sobre cómo nos permitimos desperdiciar el talento para seguir instalados en un mundo regido por intereses más cercanos a lo primitivo y al miedo. “Muera la inteligencia, Viva la muerte” le decía Millan Astray a Unamuno.

martes, 9 de mayo de 2017

RETIRO DE SILENCIO Y MEDITACIÓN
(Un viaje al encuentro con la espiritualidad y la sabiduría de cada uno)

CONVENTO-RESIDENCIA DE LAS MONJAS TRINITARIAS EN CABEZUELA DEL VALLE (VALLE DEL JERTE) CACERES
9,10 Y 11 DE JUNIO






Un espacio único en pleno
corazón del valle del Jerte
para hacer un alto en el camino
y permitirte reconocer tu especial
mundo interior







Un tiempo para compartir el silencio y la naturaleza privilegiada que nos rodea. Un tiempo para conectar con nuestra paz y armonía interior









FACILITADOR:
Manuel Garcia Blanco.
Psicólogo C. M-15690. Máster en RRHH. Máster en psicoterapia individual y de grupo. Experto en análisis bioenergético (SOMAB). Coach personal y ejecutivo. Formado en Eneagrama. Experto en Mindfulness. Formador y profesor en numerosos cursos impartidos a diversas instituciones y organizaciones

PRECIO DEL RETIRO:
135€. Incluye Alojamiento en habitación individual en régimen de P.C.  Hora de llegada 18,00 del viernes, hora de salida 15,00 del domingo. Plazas limitadas

INFORMACION Y RESERVAS: Manuel Garcia Blanco. Manuelgb57@gmail.com Tf 679723595