viernes, 29 de diciembre de 2017



¿CUÁLES SON TUS MIEDOS?

Decía M. Benedetti refiriéndose al miedo que “no es que seamos cobardes, sino que aún no hemos encontrado el motivo para mostrar nuestro coraje” y quizás tuviera razón.

El miedo es una emoción básica descrita por L. Greenberg., A. Damasio, P. Ekman y otros expertos en el mundo emocional, como una perturbación angustiosa del ánimo ante un peligro real o imaginario, presente o futuro, que se apodera de nosotros haciéndonos temer que suceda algo peligroso o amenazante.

Desde un punto de vista meramente biológico podemos definir el miedo como un mecanismo de supervivencia y de defensa, que permite al individuo responder ante situaciones adversas con rapidez y eficacia. Es decir, la emoción que nos ha permitido sobrevivir como individuos y como especie en un entorno que mostraba peligros y amenazas.

Podemos también abordarlo desde la neurología y lo describiríamos como la reacción desencadenada por la activación de la amígdala, una estructura situada en el lóbulo temporal encargada de controlar las emociones básicas que se activa cuando detecta la fuente de peligro favoreciendo la respuesta del organismo ante ese peligro que puede ser la huida, el enfrentamiento o la paralización.
                                          

Existen por tanto miedos útiles y necesarios que cumplen funciones primarias relacionadas con la supervivencia. Pero no quiero referirme aquí a este tipo de miedos si no aquellos otros que han sido adquiridos a través del aprendizaje y que aunque en el momento de su aparición pudiesen estar asociados a la supervivencia, cuando ya ha cesado el peligro continúan instalados en nuestra mente, casi siempre de forma inconsciente, bloqueándonos e impidiéndonos afrontar nuestra vida de una manera mas saludable y plena. Son esos miedos fraguados en la relación con nuestras personas referenciales (padres, hermanos, abuelos, amigos, profesores...) y que aunque no de manera explícita, se nos han transmitido con cierta frecuencia. Entre otros el miedo a no ser queridos, a ser rechazados, a no ser suficientemente buenos (padres, madres, hijos, estudiantes, deportistas, profesionales...), a no cumplir con las expectativas que se han creado sobre nosotros, a la soledad, al desamor, a no ser valioso, a no triunfar, a carecer de identidad, a ser dañados, a la enfermedad, a la muerte……. Estos y otros muchos pueden permanecer anclados ofreciéndonos un espacio vital en el que la angustia, la ansiedad, el estrés, la neurosis acampan con extraordinaria facilidad convirtiendo nuestra vida en algo ingrato y doloroso.



Sabemos que estos miedos tienen un origen que muy probablemente tiene que ver con lo comentado anteriormente y que conviene identificar y abordar, pero sobre todo sabemos que se mantienen y alimentan debido a los pensamientos, la mayoría de ellos inconscientes, que hemos ido desarrollando sobre todas y cada una de las situaciones que nos producen miedo, imaginándolas como reales y otorgándolas un valor de certeza que nos infunde el mismo miedo que si fueran reales pero sin serlo. Todos reaccionaríamos de manera similar ante un tigre que viene corriendo hacia nosotros; o huiríamos si confiamos en nuestra velocidad, o nos enfrentaríamos si nos sabemos fuertes y no hay otra opción o nos quedaríamos bloqueados pretendiendo pasar desapercibidos.


 













Esas formas de afrontar el miedo responden a una estrategia innata de supervivencia, y podemos decir de ella que es adaptativa pues responde al aquí y al ahora. Pero cuando experimentamos miedo ante la reacción de nuestros padres por una mala nota, o no nos defendemos cuando nos humillan o faltan al respeto por miedo a generar conflicto, o nos bloquean las opiniones que otras personas incluso ajenas a nuestro círculo cercano pueden tener sobre nosotros, o nos venos obligados a cumplir con los requisitos de comportamiento social que marca nuestro grupo de amigos no vaya a ser que nos excluyan del mismo, o cuando tememos defraudar a nuestros mayores por no haber  “triunfado”, o cuando el umbral de nuestra capacidad de renuncia a atender nuestras necesidades es extremadamente bajo por el temor a ser rechazados o tildados de egoístas, o cuando proyectamos sobre nuestros hijos nuestros propios miedos  favoreciendo personalidades dependientes y con poca autonomía, estamos experimentando miedos desadaptativos que casi nunca responden a amenazas o peligros reales sino a construcciones de nuestra mente ancladas en experiencias previas ante las que no hemos podido desarrollar adecuadamente nuestros modos de afrontamiento.
   
                                                                                            









Esos son los miedos que ayudan a construir nuestras neurosis, nuestras fobias, nuestras relaciones de dependencia, nuestra dificultad para expresarnos de forma asertiva, nuestra baja autoestima, nuestras angustias y no lograremos sentirnos bien con nosotros mismos, con los demás y con nuestro entorno sino somos capaces de reconocer cuáles son nuestros miedos, cómo actúan y de qué forma puedo ir desmontándolos. El miedo es de las pocas emociones que no tienen atajos para superarlas, es necesario afrontarlos y enfrentarlos, cada uno con los recursos y medios de los que disponga, pero mirándolo de frente y asumiendo las consecuencias que conlleva dicho afrontamiento. La recompensa puede ser una vida más libre, más plena, más gozosa.

2 comentarios:

  1. Muy interesante como siempre. Parece que no va a haber más remedio que afrontarles si quiero superarles.
    Será ese el.proposito para este nuevo año que no acababa de encontrar?
    Feliz y fructifero año 2018

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  2. Gracias Manuel por tus sabias palabras, siempre son estimulantes y me llegan como una ayuda a esta dificil tarea de vivir sanamente...la mente nos juega malas pasadas, ya lo decia Goya tambien los monstruos de la razón... quizá si empezamos a depender menos de los excesivos razonamientos y cabeza loca , ese es mi proposito, no tenerlos tan dominantes y sentir más desde la intuición.... te deseo lo mejor para este 2018, tu mejor versión de los hechos! besos

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