sábado, 22 de octubre de 2016


EL MIEDO A DECIR ADIOS

Esta sensación aparece cada vez con más frecuencia en los procesos de perdida y duelo a los que nos enfrentamos a lo largo de nuestra vida. No siempre responde a las mismas causas. Cada persona es única y distinta y desarrolla modos de afrontamiento de su realidad diferentes y específicos

          Olalla Arganza lleva 30 años casada. Y a lo largo de todo este tiempo ha vivido multitud de situaciones, tanto gratificantes y satisfactorias como decepcionantes y cargadas de frustración. Desde hace algo más de dos años estas últimas han tomado más cuerpo y se han hecho más presentes dando salida y poniendo nombre a experiencias ingratas, generadoras de malestar y angustia todas ellas relacionadas con el papel que juega y ha jugado en su matrimonio. Siendo más consciente de cómo ha tenido que ir renunciando a aspectos que consideraba importantes y saludables para ella, y cómo ha llegado a incorporar como normales situaciones humillantes y vergonzosas en la relación con su marido adoptando una actitud resignada que le genera un profundo dolor y rabia.
Olalla Arganza se pregunta una y otra vez, sobre todo ahora que sus hijos, ya mayores, se han independizado, qué motivos le hacen seguir apegada a una relación tan tóxica que contamina toda su vida, desde lo profesional hasta lo relacional y emocional.

           Olalla está afectada por el miedo. Esa emoción básica que cuando es adaptativa nos permite sobrevivir como especie y como individuos activando nuestro sistema de defensa y/o ataque para protegernos de amenazas reales que pueden poner en peligro nuestra propia existencia, pero que cuando no es adaptativa actúa como bloqueante y nos impide crecer y desarrollarnos y desprendernos de esos anclajes construidos sobre amenazas imaginarias que nos atan con fuerza a situaciones cargadas de toxicidad y herrumbre.


 



En el trabajo con Olalla abordamos ese miedo intentando ponerle los apellidos necesarios, tratando de descifrar de qué está hecho y qué lo nutre. En ocasiones Olalla conecta con el miedo a la soledad y le atribuye un papel importante en esa dificultad para desprenderse de su lastre. Pero no percibe que sea suficiente motivo, no acaba de sentir el insight que le abra esas puertas a la luz.
En otros momentos profundiza más, entra más hacia el fondo, aparcando  su enorme capacidad para razonar, etiquetar, valorar… y descubre, entre asustada y aliviada, que el miedo profundo que la atenaza es a ser abandonada, a ser excluida y perder entonces un espacio valioso en el que, a pesar de las humillaciones, ninguneos, desprecios…. se siente útil e importante. En ese espacio ella resuelve, atiende, protege, cuida, aunque no haya reconocimiento explícito por parte de su marido ni, mucho menos, agradecimiento.
Pero desde el modo de ser y estar en el mundo, identificada con el eneatipo 2 del eneagrama, Olalla satisface ese deseo básico de cuidar y proteger, y si considera que fuera de ese espacio, aunque sea tan árido y contaminado, no va a poder ofrecérselo, el vacío que intuye le resulta absolutamente insoportable. De ahí, que su umbral de aguante para soportar esas situaciones humillantes, desconsideradas, carentes del mínimo respeto, es desproporcionadamente alto. Y se coloca con frecuencia en la esperanza de ver si él cambia y se da cuenta del esfuerzo y la generosidad que ella está ofreciendo a la relación. Y así ha ido pasando el tiempo, esperando que el cambio, que no depende de ella, llegue. Pero, como Godot, ese cambio nunca llega.


Olalla no podrá decir adiós hasta que sea capaz de reconciliarse consigo misma y percibirse como alguien merecedora de ser aceptada, querida y reconocida de una forma mas sana y equilibrada y poder desarrollar sus rasgos esenciales de cuidar y atender empezando por ella, colocándose en el centro de la diana de su afecto y protección. Porque no podrá cuidar y atender a nadie sino es capaz de hacerlo consigo misma, y quizás desde ese instante, ese apego dependiente que le impide avanzar hacia cotas de mayor bienestar perderá fuerza y le permitirá decir adiós. A pesar del dolor que sin duda producirá esa ruptura pero pudiendo recibir también el enorme abrazo liberador que significa sentirse dispuesta a ofrecerse a si misma amor y libertad mientras coge, poco a poco, las riendas de su vida.

2 comentarios:

  1. De acuerdo, pero pendiente de estudiar más a fondo las consideraciones sobre el eneatipo y el eneagrama.

    ResponderEliminar
  2. Gracias por tu comentario Luis. El eneagrama no es sino otra herramienta de autoconocimiento,potente a mi entender, que nos puede dar pistas a cerca del modo en el que nos comportamos.

    ResponderEliminar